Walter Vargas afirma que nunca se llega tarde a la vida. El misterio de las especies ágiles y nadadoras es el del tiempo siempre posible. Se suele decir que a veces es demasiado tarde para un amor, para un viaje, para un cambio. Se le atribuye a la vida una lógica de la ocasión, de la oportunidad o del momento justo. También se suele decir más vale tarde que nunca para excusarnos por no haber hacho algo en el pasado y animarnos a hacerlo en el presente. Pero, la vida, que no entiende de tardanzas, es sensible a las decisiones. Escribe Walter Vargas: "La vida ha pasado por aquí/y me la llevo".
El misterio de los anuros de casi quince centímetros de largo es el del odio y la traición que lastiman al amor ("de tu furia en la penumbra no vuelvo nunca más" o "te asesiné para morirme" o "nada es más feroz ni más perfecto que tu ausencia".)
El misterio de las ranas es el de la existencia que vivimos "no tenemos más que eso / un cuerpo y un nombre / sangre de la carne / una tibia artesanía sobre el mármol".
El misterio de los anfibios es el de los bares. El bar como arrullo del pensamiento. Hay ideas que nos visitan, se discuten o escriben en los bares. Ideas contaminadas, dispersas, dudosas, al paso. Los poetas que escriben en los bares son cazadores de ranas.
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