La patria de Enriqueta es una novela histórica anclada en la década del 30 en Buenos Aires, en ella vamos conociendo a una niña, hija de inmigrantes, que vive en un conventillo. Es una de las pocas en su grupo de amigos que asiste a la escuela, por eso es que entre sus juegos infantiles juega a la maestra con Filomeno, su mejor amigo, y otros niños. Desde el inicio de la historia se presenta como un personaje de múltiples facetas, con un gran deseo de mejorar su situación de vida pero algo temerosa de dar el primer paso hacia el cambio, muy sensible con sus afectos pero muy centrada en la dura realidad que le toca vivir.
La narrativa de la historia fluye con facilidad y nos encontramos caminando de la mano de Enriqueta del conventillo a la escuela, corriendo sobre la avenida Corrientes después de salir de una tienda sin pagar o viajando en tranvía por primera vez. Uno de los mayores valores de la novela es la manera sencilla pero correcta en que presenciamos momentos históricos claves de nuestro país como fue la semana trágica y el golpe de estado en el que Hipólito Yrigoyen es derrocado. Estas pinceladas históricas se entrelazan a la perfección en cada momento de la vida de nuestra protagonista.
La vida de Enriqueta está marcada por la pérdida, lo que la transforma en una mujer adulta desconfiada, quien está esperando el momento en que todo lo bueno de un giro de 180 grados. Lamentablemente pocas veces se equivoca, pero es muy reconfortante ver que, incluso en sus peores momentos, nunca pierde la esperanza. Su complejidad como personaje hace que tome entendibles malas decisiones, algo que como lectores puede llegar a frustrarnos pero que la vuelve más humana.
Enriqueta es feminista y militante por aquello en lo que cree. Siguiendo el ejemplo de su madre y de otras mujeres que la inspiraron busca participar de alguna manera en el cambio. Si bien prefiere no tomar un papel más activo en la lucha por los derechos, se suma a la causa desde un lugar de apoyo y contención que le es muy propio. Su vida es una vida de esfuerzo y sacrificio donde su deseo de estar mejor y salir de sus miserias es lo que la mantiene en pie.
Los vínculos afectivos tienen un gran valor en la vida de nuestra protagonista: su relación con su madre, Filomeno, Lucrecia (su primera amiga), sus amores imaginarios y no tanto, sus compañeras de trabajo. Son personajes que la mueven al cambio y aportan a su crecimiento personal. Obviamente no sentimos por todos ellos el mismo aprecio pero son un buen maridaje para que Enriqueta se convierta en la mujer que es al final del libro.
Uno de los detalles de la historia que más disfruté es la bitácora que lleva Enriqueta a todos lados. En ella guarda recortes periodísticos que marcaron su vida y actúa también como un diario donde puede volcar todo aquello que a veces no puede decir. Es su posesión más preciada y su espacio más personal e íntimo.
La patria de Enriqueta es una novela muy entretenida y rápida de disfrutar. Tiene ese plus histórico que la vuelve más interesante y nos permite de alguna manera vivir en aquellos años. La historia trágica de su vida y sus amores es ideal para quienes disfrutan de un libro que, por momentos, nos deje un sabor amargo.
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