Este libro nación por amor a los niños, de quienes me he nutrido durante toda mi vida para apreciar la sencillez, la pureza y el amor a la naturaleza que ellos expresan en su amor a los animales, en su gozo cuando se bañan en las aguas de una acequia pueblerina o en un río de verano.
La inocencia de sus getos al usar la honda para cazar pajaritos es porque quieren tener a su cuidado alguno de ellos, hasta que se les explica que los p{ajaros son seres libres, que hay que dejarlos volar a su antojo por nuestro cielo.
Quizás, es un poco, volver a mi feliz niñez, la que viví en diferentes paisajes, en la ciudad, en la Patagonia, en los Llanos riojanos y también un intenso deseo: que quienes lean estas historias, aprecien mejor la vida, las viejas constumbres, los sabios consejos de los mayores y a este lugar que Dios nos regaló que es "la tierra" a la que debemos cuidar cada día, ya que nos cobija por siempre.
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